viernes, 4 de diciembre de 2009

Dulce (de) invierno

Un buen café caliente perfumado con canela, una rebanada de pastel recién hecho y un buen libro. Esta es para mi la escena perfecta de un invierno feliz. En México ya empieza a hacer un poco de frío invernal aunque el invierno aún no llega oficialmente; ayer en la tarde junto con una amiga decidimos acercarnos al horno para no congelarnos y cocinamos un montón de cosas dulces y saladas. Después empecé a pensar en la Navidad, esta época en donde se come muchísimo y se comparte con las personas que queremos, en México se comen muchas cosas diferentes, algunas son tradicionales de otras culturas que hemos adoptado, otras son resultado de la mezcla entre las tradiciones prehispánicas y las tradiciones españolas, como resultado tenemos una cena navideña muy ecléctica. Pero de esto les hablaré luego, cuando se acerque más la Navidad y cuando haya investigado un poco mejor el tema jeje.

Mi debilidad son los postres, el chocolate, los pasteles, las galletas en todas sus presentaciones. En México los postres típicos durante el invierno son los tamales, los buñuelos que se acompañan con chocolate caliente, atole o café de olla; entre otros que ahora se escapan de mi memoria, y cuando pensé en esto se me ocurrió buscar un poco acerca de los postres que se acostumbran en Italia durante la temporada navideña. Me encontré principalmente con el panettone y el pandoro, ambos de las regiones Lombardia y Veneto respectivamente, ambas al norte de Italia. El panettone es un pan esponjoso, relleno de pasas y perfumado de naranja. Lo probé sólo una vez y no estoy tan segura de que haya sido un buen panettone, como sea es la única experiencia que tengo.

El origen del panettone se cuenta en muchas leyendas, encontré un artículo sobre la historia de este pan que incluye varias leyendas, lo pueden encontrar en esta página peruana. Estas historias sobre lo que comemos le da un aire diferente a los platillos, cuando conectamos una historia, un cuento o una anécdota a aquello que comemos se convierte en algo propio, y si se hace en casa con nuestras propias manos ¡aún más! En esta época en la que estamos siempre tan desconectados de todo y de todos aprender estas pequeñas curiosidades de vez en cuando nos acerca un poco, nos hace sentir como parte de un todo y menos como máquinas o seres completamente aislados.

¡Felices fríos invernales!
Adriana.



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